viernes, 27 de noviembre de 2009

la hoja


LA HOJA.-

Un día de otoño vi las hojas marrones cayendo.
Al día siguiente otra más cayó, revoloteó un poco por el aire y se metió en mi boca.
Me tragué la hoja y se quedó en mi pecho.
Desde entonces, por más alegrías, por más primaveras que tenga, siento otoño.
Siento otoño en los supermercados, siento otoño en el amor y siento otoño los lunes y los domingos.
Siento otoño en los barriales y en las alfombras lujosas.
El otoño me dobla la cansada espalda, me alimenta insensatas esperanzas, se viste de violeta con policial uniforme.
Siento otoño en los amaneceres y en los niños sin sol.
Siento otoño en las oficinistas, y los cigarrillos tienen sabor a otoño.
Siento otoño en las plazas, en los ojos de los hombres, en las ganas de amar de la gente. En las banderas sucias de hollín. En los empates cero a cero..
Y veo, todos los otoños, alguien traga una hoja seca, como yo. Y veo multitudes alimentándose de otoños.
Ni Dios ni diablo me esperan entre las piedras de las ciudades; ni inviernos ni veranos ya me quedan.
A lo sumo, un automóvil, que te lleva para que no pises ni veas las hojas secas, que cada vez son más.
Eso me pasa por andar con la boca abierta.

Miguel Gary.-

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