jueves, 2 de abril de 2009

paréntesis


PARENTESIS.
El se acercó a la mesa de ella y se sentó.
Se miraron largo rato a los ojos sin decirse nada.
El llamó al mozo y pagó la cuenta. Salieron del bar tomados de la mano. En la esquina, aprovechando la oscuridad, se dieron un prolongado beso iluminados por la luna llena.
El la llevó hasta un albergue transitorio de la zona.
Sacó turno para toda la noche.
Subieron a la habitación sonriéndose y mirándose a los ojos.
Se sacaron la ropa, se dieron otro largo y apasionado beso.
Se arrojaron en la cama y empezaron a amarse salvajemente.
Tuvieron uno, dos coitos casi simultáneos, colmados de un maravilloso placer.
Era la primera vez que se sentían tan plenamente vivos.
Descansaron una hora.
Volvieron a hacerse el amor hasta quedar exhaustos y satisfechos.
El se levantó y fue a sacar algo del bolsillo del saco.
Volvió con un frasco de cianuro y se lo mostró a ella.
Se miraron un instante en silencio.
El abrió el frasco y se lo entregó a ella.
Ella bebió hasta la mitad del frasco y se lo entregó a él.
El tomó el resto y a los pocos minutos cayeron sobre la cama, inertes.
En la ventana la noche fue muriendo, dejando paso a la madrugada.

Las primeras luces del amanecer iluminaron los dos cuerpos sin vida.
Se hicieron las siete de la mañana y se acababa el turno.



Se levantaron y se vistieron sin hablarse.
En sus relojes vieron que se acercaba la hora de ir a trabajar.
Bajaron siempre sin dirijirse la palabra, él le devolvió la llave de la habitación al encargado y lo saludó.
Ya en la calle, sin despedida, partieron apresurados con rumbos distintos.

Miguel Gary.

2 comentarios:

  1. Tío, bueno como siempre te digo, me encantan las cosas que posteas,espero que veas estos comentarios,seguí así.
    Te quiero,
    Juli

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  2. Gracias, si, veo los comentarios. cariños

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